En 1935, Paul D. White describió en Boston cuatro casos de sobrecarga ventricular derecha secundaria a hipertensión arterial pulmonar, y echó mano, para individualizar la nueva entidad nosológica, de un procedimiento de nominación muy socorrido de la medicina decimonónica: el recurso al nombre latino del corazón, cor."These four cases illustrate well the various features of what I would call the acute cor pulmonale, that is, dilatation of the pulmonary artery and right heart chambers with or without failure, which results from a sudden great obstruction to the pulmonary circulation, best exemplified by massive pulmonary embolism [White PD. The acute cor pulmonale. Ann Intern Med 1935; 9: 115-22]."

Lo curioso es que, siete decenios después, cuando ya nadie llama cor adiposum a la esteatosis cardíaca, ni cor hypertonicum a la cardiopatía hipertensiva, ni cor mobile a la cardioptosis, ni cor nervosum a la astenia neurocirculatoria o síndrome de Da Costa, y crían polvo en el territorio del olvido muchos otros términos clásicos por el estilo —cor asthenicum, cor fibrosum, cor hirsutum, cor kyphoskolioticum, cor taurinum, cor triloculare, cor tomentosum, etc.—, los médicos de habla hispana sigamos llamando de forma abrumadora cor pulmonale, en lugar de ‘cardiopatía pulmonar’, a la insuficiencia ventricular derecha secundaria a una neumopatía. Cortex, item, bolus, ratio, hallux valgus, microvilli, cervix, septum, post-mortem, locus, master, pannus, cutis laxa, lumen, cannabis, vortex, cor pulmonale. El inglés parece haberse convertido, para nuestro lenguaje especializado, en la principal vía de penetración y persistencia de neolatinismos.
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Fernando A. Navarro Cabrerizos (Salamanca, España) .Dirección para correspondencia: elenaf@cindoc.csic.es.
Publicado en Panace@. Vol. VI, n.o 19. Marzo, 2005