¿Enfermedades de transmisión sexual?
Recibí en mi correo hace un tiempo este artículo que deseo compartir con ustedes (Casos dignos de Ripley)
Detectivescos interrogatorios médicos
Autor: Óscar Giménez
ogimenez@doyma.es (Doyma)
La literatura médica nos ofrece en ocasiones descripciones de casos clínicos espeluznantes, situaciones que constituyen impresionantes desafíos a los conocimientos del facultativo. En este artículo me voy a referir a dos casos insólitos que habrían sido mucho más sencillos de diagnosticar si los pacientes hubieran explicado las cosas llanamente, sin tabúes, desde un principio.
El primero se publicó en una revista médica india el año pasado (Indian J Chest Dis Allied Sci 2004;46:55-58). La paciente era una maestra de escuela de 27 años que acudió a la consulta por experimentar durante los últimos 6 meses tos, esputo y fiebre persistente. Tras recibir durante 4 meses fármacos antibióticos y antituberculosos, los síntomas no mejoraron. En vista de la situación, procedieron a emplear otras técnicas, hasta que la videobroncoscopia reveló la presencia de una estructura en forma de "bolsita invertida" en el bronquio lobular superior derecho. En consecuencia, se dispusieron a extraer aquel cuerpo extraño alojado en el pulmón, que resultó no ser otra cosa que un preservativo que la mujer había aspirado accidentalmente cuando le practicaba una felación a su marido.
Los galenos de Nueva Delhi escriben sesudamente que "el caso presenta ciertas características atípicas, la mayoría de las cuales se relacionan con la naturaleza del objeto inhalado", algo nunca descrito en la literatura médica hasta entonces. Está claro que la paciente podría haber confesado la historia desde un primer momento y se habría ahorrado meses de malestar y de tratamientos innecesarios, pero el bochorno se lo impidió hasta que hizo su presencia la prueba del delito.
La vergüenza fue también el motivo de que médicos de Groenlandia tardarán en dar con la solución del siguiente caso. Se trataba de un capitán de un barco pesquero que fue a la consulta con síntomas de gonorrea, enfermedad cuyo diagnóstico se confirmó con un análisis de sangre. El caso clínico (Genitorutinary Med 1993;69:322), representó un reto en el que tuvieron que echar mano de todas sus dotes persuasivas en el ámbito del interrogatorio para hallar la fuente de la infección, dado que se trataba de una enfermedad de declaración obligatoria.
El hombre volvía de un viaje por mar de 3 meses y estaba claro que se había contagiado a bordo. Sin embargo, no había mujeres en el navío y él juró y perjuró que en su vida había mantenido relaciones sexuales con hombres.
El interrogatorio, al más puro estilo detectivesco, acabó con la confesión de que había sustraído temporalmente la muñeca hinchable que guardaba en el armario uno de los tripulantes para satisfacer sus instintos carnales –en este caso plásticos-. Más tarde se confirmó que el propietario había contraído la gonorrea antes del inicio del viaje de vuelta.
Cuando el Dr. Harald Moi, autor del artículo, titulado "Transmisión de la gonorrea a través de un muñeca hinchable", acudió a recoger el Premio Ig Nobel de Salud Pública en 1996, señaló que "el mayor problema al que nos enfrentamos fue cómo comunicar los hechos a la esposa del paciente". Y es que en estas cosas no hay que fiarse de nadie... ni de nada.
1 Comments:
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